Seduce a través de los ojos, atrapa con su sabor y consigue que no nos cansemos nunca de ella. La bollería, especialmente la industrial, puede llegar a ser adictiva, y también peligrosa para nuestra salud. Por un lado, porque uno de los grandes males hoy en día es la obesidad y, por otro, por los riesgos que para el organismo representa una alimentación desequilibrada.
La bollería ha inundado nuestras vidas, pero lo que antes era un producto artesanal, hoy en día es un alimento procesado. Y lo que antes se tomaba solo en ocasiones especiales o puntuales, ahora está presente de manera habitual en muchas mesas. ¿Pero qué riesgos entraña para nuestra salud?
Lo que esconde la bollería
La bollería, cuando es industrial y más si se abusa de ella, supone un ataque directo a nuestro organismo. La lista de peligros que encierran estos productos tan apetitosos y aparentemente inofensivos es muy larga:
– Son una bomba calórica: galletas, bollos, pasteles, tartas y cualquier otro producto de bollería tienen cantidades abrumadoras de calorías. Lo peor es que son calorías vacías, es decir, no aportan nutrientes al organismo.
– Grasas trans: es otro de los grandes riesgos para la salud de la bollería industrial. Abaratan costes y dan a los productos una apariencia más apetitosa, además de que favorecen su conservación. Sin embargo, para el organismo son un auténtico enemigo, ya que elevan el riesgo de padecer problemas cardiovasculares.
– Demasiado azúcar y demasiada sal: ninguno de estos dos productos es bueno para la salud si se consumen en exceso, y la bollería los contiene en grandes cantidades. El azúcar eleva el riesgo de padecer diabetes y la sal incrementa las posibilidades de sufrir tensión arterial alta.
– Aceites de baja calidad y harinas refinadas: aunque no en todos los casos, sí es común que la bollería se elabore con aceites vegetales procesados que han perdido buena parte de sus cualidades. Algo parecido ocurre con las harinas, que al refinarse se desprenden los componentes con más nutrientes, como son el salvado y el germen.
– No es nutritiva: la conclusión de todo lo anterior es que la bollería puede endulzarnos muchos momentos, pero realmente no aporta nada beneficioso al organismo y, a cambio, sí puede provocar infinidad de problemas de salud si se abusa de ella.
Y a todo lo anterior se suma la adicción que provoca la bollería. Adicción que ya se ha analizado en diferentes estudios y de la que serían responsables esas grasas y azúcares. Estos últimos provocarían un descenso de los niveles de cortisol en sangre y, con ello, un descenso también en los niveles del estrés.
¿Es perjudicial toda la bollería?
Realmente no, o al menos no toda ni en igual medida. La bollería casera encierra muchos menos peligros para nuestra salud que la industrial por diferentes motivos:
– Se puede controlar la calidad de los ingredientes y sustituir aquellos más perjudiciales por otros más saludables, como el aceite de oliva, las harinas integrales o la leche desnatada.
– En la bollería casera también se controlan las cantidades, por ejemplo, de sal o azúcar.
– Se pueden añadir productos que mejoren su calidad nutricional, como diferentes tipos de fruta, copos de avena o frutos secos.
Por lo tanto, no es necesario prescindir de ese pequeño placer que supone tomar algo de bollería en el desayuno o un dulce en el postre, siempre que sean caseros y se controle la calidad de los ingredientes. Y, por supuesto, nunca hay que abusar de ella.
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